miércoles, 10 de agosto de 2011

LA FUERZA DE LA HISTORIA



Tenemos suerte.
Y tenemos ganas.

Dos cosas fundamentales
para poder comprender la enorme fortuna de poder ser
parte de esta historia.

Dos cosas que explican,
más o menos,
porqué asistimos
a la historia de amor más linda
que nos tocará vivir.

Porque es la política de la alegría,
del abrazo.
Es la política del amor,
de la felicidad.
Es el hecho amoroso del país que ves,
y eso
es un montón.

Estamos asistiendo,
y tenemos que hacernos cargo,
a los libros de historia en vivo y en directo.
A una Jefa de Estado que por amor,
anda.
Por amor,
funciona.

Por amor a la Patria.
Por amor a la Bandera.
Por amor al Pueblo.
Por amor a sí misma.
Por amor a la historia
Por amor a sus hijos.
Por amor a Él.

El amor como combustible para poder
decir sí o no,
pero siempre decir.
El amor como empujón bendito
que nos lleva a correr para adelante,
siempre.
El amor como norte,
sur, este
y oeste.
El amor como medida y esa medida
concretada en otros pequeños
actos de amor.
El amor por la vida,
el amor por la muerte que enaltece la vida,
el amor por ser bronce y piedra
y no ser simplemente un parrafito
en un pasquín de rigor histórico.

El amor por todas y todas.
El amor al amor, y hacerlo haciéndolo,
siendo amor, amando amantes,
amadas y amados,
sin amorales,
el amor por el amor,
da como resultado
una multiplicación de amor.

Nos toca vivir ésto y nos hacemos cargo.
Nos toca morir un poco y nos hacemos cargo.
Nos toca cargarnos nuestra vida
y pensar no en mañana,
sino en dentro de muchos años.
Nos toca porque nos tocan,
nos tocan la más bella canción
y nos sentimos tocados,
como en una mancha,
un juego de niños pero sin manchas,
todo hermoso, tocandonos ahí abajo,
donde nos da cosquilla,
donde damos vida,
donde morimos de amor.
Nos tocan. Los tocamos.
Nos tocamos y no chocamos
salvo que querramos.

Somos una pequeña letra de una historia
que por una puta vez no nos da la espalda,
sino que nos mira de frente, nos saca a bailar
y nos enseña a hacerlo,
un paso por acá, otro por allá,
todo pasa acá y terminaremos por allá,
en algún lugar escondido a la vista del sol y el cielo,
la luna y las estrellas,
testigos del Universo como testigo de nuestros pequeños,
medianos
o grandes actos de amor.

Fuimos los chicos que hoy somos viejos
y creemos que entonces nuestras luchas
fueron necesarias,
que nuestros muertos murieron por nosotros
y entonces el reloj se vuelve más justo
y las canas se vuelven más honradas.
Fuimos los soldados que murieron en la batalla
dejando su sangre como abono,
regando un terruño de flores y magia sin trucos,
magia como es magia el amor,
como es magia el encontrar a una persona,
a diez,
a millones que piensan como vos.

Fuimos los viejos que nos enseñaron
lo que había que hacer
y que nosotros hicimos lo contrario,
fuimos una misma persona
a lo largo del tiempo cambiando de rostro,
de cuerpo, de sexo, de nombre,
de país,
somos el Sujeto Justo que se incomoda ante la maldad
y que delatan siempre al desamor como culpable
de todo lo malo de este maldito mundo
maravilloso y
cruelmente agradable.

Fuimos la pícara sonrisa,
el caramelo robado.
Fuimos la corrida a la salida,
la pelea en la esquina.
El primer beso, la cosquilla,
la mordida de lengua,
el tropezón, el baile,
el cumple de quince,
los peinados ridículos
y toda esa verdad que sabíamos
porque sabíamos todo
sobre la verdad.

Fuimos el chiste a destiempo,
la bombita de agua en la pollera
y el pecho de la vecina.
Fuimos el agua al costado del cordón,
el perro de la cuadra, el verdulero de la esquina,
el tío que sale de gira, la navidad borracha,
el pan dulce, los tomates rellenos,
los puchos, la basura en el tacho en la puerta
y una calle inundada
que se parecía a una Venecia.

Fuimos nuestras madres dándonos la teta,
nuestros padres fecundando a nuestras madres,
nuestros hermanos prestándonos sus juguetes,
su ropa, sus historias
y nuestra admiración.
Fuimos el estaño de aquello con esto, con un poquito de eso otro
y entonces armamos una figura y esa figura tiene que figurar,
tiene que ser poema, canción,
plato de comida caliente
y cobija cuando hace frío
aunque no haga frío.

Seremos siempre la mitad de un abrazo
y el hueco donde se hunde la cara para llorar.
Seremos siempre el relato mal contado,
siempre agrandado, de un tiempo de fortuna.
Seremos siempre, porque siempre estaremos.
Con otras caras, con otros cuerpos.
Con otros nombres, con otros sexos.

Con el mismo amor por la vida,
la felicidad
y los sueños de ojos abiertos
que nunca nadie ni nada
nos podrá arrebatar.

2 comentarios:

Silvia Ca dijo...

somos testigos de la realizacion concreta de ese cuento que me contaban mis viejos que se habia llamado peronismo. Agradezcamos vivir para verlo, comprometamos nuestra vida en ello, porque vale la pena que hemos pasado y las alegrias que estamos viviendo.
Un abrazo, querido amigo

Valle Tana dijo...

Hank...sin palabras...Abrazo. Ah, me lo robé...

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